Beatos, Beatas y Venerables Camilianos

22 de Mayo

B. MARÍA DOMÉNICA BRUN BARBANTINI (1789-1868)

Hermana, fundadora para las enfermas a domicilio, de día y de noche
“Ministras de los Enfermos”


Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia.

Colosenses 1:24

María Doménica nació el 17 de enero de 1789 en Lucca, a los 12 años perdió al padre y a los 22, después de cinco meses de boda, perdió al marido de paro cerebral. Vertió su amor sobre Lorenzo, el único hijo nacido de su matrimonio, y además, dedicándose a las enfermas en las casas privadas. A los 31 años muere también el hijo de 8 años. A pesar que vivió la pérdida en total abandono a la voluntad de Dios, el sufrimiento fue terrible. Rechazó muchas propuestas de matrimonio y continuó por algunos años con la actividad asistencial sanitaria domiciliaria ya iniciada junto a otras mujeres: la Piadosa Unión de las Hermanas Oblatas de la Caridad que ella misma fundó. A los 36 años le murió entre sus brazos la mamá diciéndole: "Haces todo lo que puedes por Dios y por tu Iglesia". A los 40 años fundó el instituto de las Hermanas Oblatas enfermeras bajo la protección de María SS. Virgen de los Dolores y con los consejos de p. Scalabrini; después de 2 años el instituto fue agregado a la Orden de los Camilianos con el nombre de Ministras de los Enfermos de San Camilo. La actividad fue centrada sobre enfermas y niños, pero María Doménica dio también mucho tiempo a la formación de sus hijas espirituales y a la oración centrada sobre Jesús sufriente. Exhortaba a sus mismas hijas a rogar antes de ir a asistir a las enfermas: "cuando vayan a las pacientes, acuérdense que están asistiendo a un Dios hecho hombre y que está expirando sobre la cruz".

Los puntos firmes de su vida fueron dos: la caridad heroica para descubrir y servir a Jesús en los enfermos y la transformación del sufrimiento propio en amor hacia el otro. La condición para vivir estas dos actitudes era una profunda humildad y apertura de corazón a los deseos de Dios. María Doménica vivió paz (Shalom) en sí, con un corazón unido en el amor, y la derramó alrededor de sí, en la familia, en la comunidad, en la Iglesia, participando sobre todo de eso a los enfermos.
El 22 de mayo de 1868, a los 79 años, María Doménica murió santamente "Yo debo morir así …he pedido siempre a Dios mucho amor y mucho dolor… el dolor no faltó, pero el amor…". Muriendo mantuvo en el rostro la misma sonrisa que siempre tuvo en su vida.
16 de Octubre

BEATA JOSEFINA VANNINI

Virgen, Religiosa, Fundadora de la Congregación de las Hermanas
“Hijas de San Camilo”


MEMORIA LIBRE
Nace en Roma en 1859. Después de quedar huérfana a los siete años, fue acogida y educada por las Hijas de la Caridad. Cerca de los veintiún años pide ser admitida en ese Instituto, del cual luego deberá retirarse por motivos de salud. Durante unos ejercicios espirituales en Roma, tiene ocasión de conocer al beato padre Luis Tezza, ministro de los enfermos (camilo). Iluminado por Dios, Tezza reconoce en esta joven a la persona adecuada para la fundación del Instituto Religioso de las Hijas de San Camilo, instituto que habría de llevar a cabo, en el campo femenino, el ideal de caridad vivido por san Camilo en la asistencia a los enfermos, con voto especial: incluso con peligro de la propia vida. Con el consentimiento de Vannini, el 2 de febrero de 1892 toma vida el primer núcleo del Instituto. La Beata vivió una fe ardiente, un profundo espíritu de oración y caridad heroica. Veía y servía a Jesús en el enfermo con afecto de madre y formaba a las Hijas en el alto ideal de la caridad heroica. Hija de la Cruz, a pesar de su frágil salud, fue la mujer fuerte de la Escritura, perseverante en la dificultad, incluso ante el alejamiento físico del co-fundador, padre Luis Tezza. Murió en Roma el 23 de febrero de 1911. Fue beatificada el 16 de octubre de 1994 por Juan Pablo II.
26 de Septiembre

BEATO LUIS TEZZA

Sacerdote y Fundador


MEMORIA LIBRE
Nació en Conegliano (Treviso) en 1841. De su padre, médico, aprendió la sensibilidad hacia los enfermos, mientras que de su madre heredó el sentido del deber, de la piedad y de la amabilidad con el prójimo. De inteligencia vivaz, tempranamente surge en él la vocación sacerdotal religiosa, por lo que pide y consigue ingresar en la Orden de los Ministros de los Enfermos (Religiosos Camilos) en Verona, donde fue acompañado por su madre, quien luego se retiró como monja de clausura al monasterio de la Visitación en Padua. En la Orden ejerció varias tareas como formador de los jóvenes, Vicario general en Roma y fundador de la provincia camiliana francesa. El encuentro con la beata Josefina Vannini le da la oportunidad de llevar a cabo el deseo de que también las mujeres sigan el carisma de la caridad hacia los enfermos: así en Roma se da paso a la fundación de la Congregación de las Hijas de San Camilo. En 1900 se dirigió, como visitador, a Lima (Perú), donde se quedó hasta su muerte, ocurrida el 26 de septiembre de 1923. Hombre de profunda espiritualidad y amabilidad, vivió bajo el estandarte del Crucificado y de la obediencia incluso en los momentos más difíciles de su vida. Ya en vida era llamado “el apóstol de Lima”. Fue beatificado por Juan Pablo II el 4 de noviembre de 2004. Sus restos reposan en la Casa Generalicia de las Hijas de San Camilo en Grottaferrata (Roma).
10 de Mayo

B. ENRIQUE REBUSCHINI (1860-1938)

Camiliano, Capellán Hospitalario


Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.

Mateo 5,5

Nació en Gravedona (Como, Italia) el 28 de abril de 1860, encaminado al comercio, enseguida notó que su naturaleza no era conforme con el objetivo y sintió repugnancia por aquella actividad. Se inscribió al colegio lombardo en Roma y estudió teología en la universidad Gregoriana. A los 26 años tuvo su primera crisis depresiva. Volvió en familia y por 8 meses hubo silencio en él y alrededor de él. De tal crisis Enrique aprendió a confiar más en la infinita bondad y misericordia de Dios que sobre sus fuerzas, sus méritos y su perfeccionismo. A los 29 años fue ordenado sacerdote camiliano y, cuando a los 35 años le fue dada la responsabilidad educativa (vicemaestro de los novicios) y la enseñanza en teología, reapareció el espectro de la depresión. Se decidió así destinarlo al hospital civil de Verona como capellán y aquí encontró serenidad y equilibrio.

Por los siguientes 32 años trabajó de modo generoso e incansable por sus enfermos, primero en Verona y luego en Cremona. Organizó el voluntariado caritativo en hospital y a domicilio, fue ecónomo de la Clínica y superior a etapas por un total de 12 años, el todo sin más ningún problema. En la noche oscura de su enfermedad depresiva vio cómo única luz, el valor del "servicio" al enfermo hasta morir por él. Fue empeñado hasta el extremo de sus fuerzas en crecer en el amor de Dios: "yo vivo en cuánto en mí está la vida de Jesús, que es caridad y luz" y "no en la aptitud del servicio por mí, sino por mis prójimos y la gloria del corazón de Jesús", "no alzar nunca los ojos que para ver en los enfermos el templo de Jesús: yo, les sirvo y como su esclavo, ruego continuamente por ellos y tengo hacia ellos el corazón como hacia el Señor Jesús", "consumir mi ser para darles a mis prójimos la posesión de Dios", "por ellos hacer cada mi acción con el máximo fervor."

Fue un capellán heroico en la pastoral diaria, fue un religioso siempre fiel a Dios y al prójimo; se distinguió cuando el hospital S. Camilo de Cremona en la Primera Guerra Mundial se volvió hospital militar acogiendo a muchos jóvenes heridos procedentes del frente. A los 73 años escribía que sentía perder las fuerzas, afectado por una grave bronconeumonía, pidió la Unción de los enfermos, el perdón de todos y de rogar por él, por la tarde recibió también el Viático entró en oración con los brazos cruzados y, en esta posición, murió el 10 de mayo de 1938.