San Camilo de Lelis

SAN CAMILLO DE LELLIS - 14 DE JULIO (MEMORIA)


(25 de mayo de 1550-14 de julio de 1614)

Venid benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. … porque estaba enfermo y me visitasteis… cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.

Mateo 25:34.36.40


Un sacerdote, fundador de una Orden especializada en servir integralmente a los enfermos en hospitales, trabajó con moribundos a domicilio, visitar en las cárceles, asistir en los campos de batalla y en epidemias. Patrono de los enfermos, de los hospitales, del personal hospitalario.

BIOGRAFÍA

San Camilo nace en el pueblo de Bucchianico, región de los Abruzos, Italia Centro el 25 de mayo de 1550. Sus padres ya son mayores cuando lo traen al mundo y Camilo pierde a su madre cuando cuenta trece años.
Su padre, viendo lo difícil de carácter de su hijo y sus pocas cualidades para el estudio, decide iniciarlo en la carrera que el mismo tiene y que es la de soldado mercenario. Cuando Camilo cumple los 18 pierde a su padre y se ve solo en el mundo, desorientado. Se lanza a vivir una vida de desenfrenos y no vive para otra cosa que no sea la guerra y el vicio, en particular el del juego, que lo llevará a la completa ruina material y moral.

Una llaga en el empeine del pié lo lleva al Hospital para curarse, donde para pagar su tratamiento trabaja como enfermero. De allí es despedido por enfermero inepto y jugador incorregible. Esta llaga en el pie lo acompañará toda la vida y junto con otras cuatro enfermedades será llamada por Camilo sus cinco misericordias.

Cuando se ve arruinado completamente después de haber perdido el arcabuz y la espada, no le queda más que mendigar. Allí un Señor le consigue trabajo como ayudante de albañil en una obra de construcción en el convento de los capuchinos. Trabaja con la esperanza de volver a la guerra, pero el señor le llama a través de las palabras del Padre guardián del convento: “Dios es todo, lo demás es nada. Salvar el alma es el único negocio que debe ocuparnos”.

El 2 de febrero de 1575, fiesta de la Candelaria, Camilo se encuentra cumpliendo un encargo entre dos conventos. Mientras lleva su burrito cargado, las palabras del Padre guardián suenan en su mente y es allí cuando “asaltado por un rayo de luz interior” cae rostro en tierra y clama “¡no mas mundo, no más mundo!” pidiendo al Señor que le conceda tiempo de penitencia. Es el día de su conversión, el día en que Dios ya es el único negocio que lo ocupa.

Es aceptado como novicio capuchino, pero la llaga del pie se reabre y es despedido dos veces, con gran pesar de los frailes, quienes le veían como un buen y humilde religioso. Va a curarse a Roma y allí comprende la voluntad del Señor para su vida: Vivir entre los enfermos sirviéndole con toda dedicación. Se queda a trabajar en el Hospital y es promovido a Maestro de casa, lo que hoy sería un administrador.

Allí da ejemplo de amor por los enfermos, consiguiendo mejoras en la atención de los más pobres, aseándolos y manteniendo sus camas limpias y ocupándose de su salud espiritual. Sin embargo, el personal no sigue su ritmo y su idea de amar al enfermo y los enfermeros descuidan a los pacientes con mucha frecuencia, a pesar de que Camilo los vigila y reprende continuamente. Son mercenarios…

El 15 de agosto de 1581 el buen Camilo tiene una inspiración: ¿y si lograra juntar un grupo de hombres que por solo amor y no por merced atendiera a los enfermos, librándolos de las manos descuidadas de los mercenarios? Camilo reúne a sus primeros cinco compañeros y forman una compañía la que llaman de los siervos de los enfermos. Estos hombres se reúnen a orar y trabajan por los enfermos con “un verdadero amor de madre por su único hijo enfermo” con los años, esta pequeña compañía vendrá a ser reconocida por la Iglesia como Orden de los Ministros de los Enfermos (1592).

Camilo se dedica por entero al cuidado de sus enfermos, en quienes ve el rostro de Cristo sufriente. Se hace su esclavo y reserva para sí, a los más despreciados y sucios, bañándoles y curando sus heridas con solicitud y presteza, amándoles tanto que su ejemplo motiva a muchos otros. Y tanto era su amor por los enfermos, que dio un cuarto voto a los suyos: Servir a los enfermos aun con riesgo de la propia vida, voto que distingue a la Orden y que la ha llenado de gloria en sus mártires.

La peste asolaba Europa, y mientras todos huían de ella, Camilo y los suyos iban a su encuentro para consolar, curar y dar bien morir a los que estaban contagiados. Camilo piensa en todo ante la desolación de la peste. Muchos niños quedan huérfanos y Camilo y los suyos los acogen y cuidan. De hecho, Camilo compra una cabra para proveer de leche a los niños, a quienes mima y cuida con particular ternura. Muchos ministros de los enfermos morían en el contagio fruto del servicio que realizaban junto a los enfermos.

Camilo no cesaba de buscar lo mejor para los enfermos en cosas sencillas pero practicas: sillas higiénicas manuables, reglamentos para el servicio del hospital, orinales a mano, ambulancias, hospitales de campaña… todo lo hacía movido por el amor a su Señor presente en los enfermos. En las batallas, asistía a los heridos de cualquier bando y en las pestes nunca temió por su vida.

Camilo ha gastado su vida en la caridad con los enfermos. Aquejado de cinco enfermedades, Camilo de Lellis, el chico travieso, jugador incorregible, enfermero inepto, fiero soldado que transformado por la gracia de Dios se hace padre de los pobres y enfermos y siervo perpetuo suyo, que los ama con amor de madre, muere santamente en Roma el 14 de julio de 1614… su muerte consterna a todos, desde sus amados enfermos que recibieron de él tantas atenciones, hasta los más altos personajes de la nobleza y clero que le conocieron. Como herencia nos deja una cruz roja sobre el pecho y su constante caridad con los enfermos. Fue canonizado en 1746 por el Papa Benedicto XIV, quien resumió el carisma de San Camilo como “Servir y enseñar a servir a los enfermos”. San Camilo fue además nombrado protector de los hospitales y de los trabajadores de la salud y de los enfermos.