LOS MÁRTIRES DE LA CARIDAD CAMILIANOS (16°-19°SIGLO)
Nadie tiene un amor más grande de esto: dar la vida para sus amigos.
1589, Baia de Pozzuoli (Nápoles); una flota di galeras españolas rellenas de militares con tifo petequial es enviada en cuarentena en el golfo de Pozzuoli, aquí los soldados morían sin ningún ayuda en cuanto nadie tenía el coraje de subir a aquellos buques llenos de ratones e insectos contagiosos.
Fueron enviados 5 religiosos Camilianos los “cuales sabiendo bien que iban todos a la manifiesta muerte por amor de Dios, agradeciendo la Santa Obediencia que los había juzgado dignos de esto, se fueron muy contentos y de buena gana”. La tarea de emergencia (task force) desembarcaba sobre la playa a los enfermos, los desvestían, los lavaban y ponían sobre una cama asistiéndolos en el cuerpo y en el espíritu, en particular a los más graves y los moribundos. De noche hacían la guardia para defenderlos de los lobos, y, cuando los religiosos tenían un poco de tiempo libre se iban al cercano hospital de Santiago para practicar la caridad también ahí. De los 5, sólo 3 de ellos fueron dignos de ir a mejor vida, Juan Bautista de Gaeta, Serafín de Lucca y Ángel de las Marcas, todos ellos continuaron hasta el último respiro a hablar y razonar sobre la caridad.
1591, Hospicio S. Sisto (Roma); durante la carestía del invierno 1590-91, explotó en Roma una epidemia de cólera que hizo más de 3000 muertos. Fueron enviados un grupo de 8 religiosos Camilianos al Hospicio S. Sisto, lugar asqueroso y lleno de insectos que sin parar atormentaban a los enfermos y funcionarios; aquí, trabajando “con infinito gozo de haber sufrido algo por amor de Dios pasaron con increíble paciencia a su Señor” 5 religiosos: Leandro de Ferrara, Horacio de Florencia, Horacio de Nápoles, Miguel de Pulia y Horacio un novicio de Umbria.
1600, la peste de Nola (Campania); fueron enviados 7 religiosos Camilianos a asistir a los apestados, aquí “oprimidos por la gran fatiga, confundidos por lo hediondo del ambiente y contaminados por ese aire apestado se enfermaron también ellos. Por tanto... conducidos a Nápoles pasaron a mejor vida 5 de ellos” 4 hermanos y 1 padre. Estos en la cama de muerte “el uno con el otro se exhortaban a morir con gusto considerándose muy felices de haber puesto la vida por amor de Dios y por la salud de sus próximos. Más bien fue tanto el gozo que el P. Cesar Vici como recibió la Extremaunción…. Empezó con suave voz a cantar: Aleluya, aleluya...”.
1630, la peste del Manzoni; en Mantua murieron 10 religiosos Camilianos, en Milano 18, en Borgonuovo 4, en Bolonia 7, en Mondovì 6, en Florencia 3, en Lucca 1, en Roma 5. El Sarro comenta juzgándolos “licenciados” en la caridad en cuanto muertos voluntariamente para servir en el alma como en el cuerpo con particular misericordia a los apestados. “El sacrificio de la vida en fuerza de la palabra dada a Dios (el voto) y sólo por su amor, no entra en lo normal de la vida, sino es una elección de heroico testimonio al Amor que se ha encarnado, Jesús el Hijo de Dios”.
1591, Hospicio S. Sisto (Roma); durante la carestía del invierno 1590-91, explotó en Roma una epidemia de cólera que hizo más de 3000 muertos. Fueron enviados un grupo de 8 religiosos Camilianos al Hospicio S. Sisto, lugar asqueroso y lleno de insectos que sin parar atormentaban a los enfermos y funcionarios; aquí, trabajando “con infinito gozo de haber sufrido algo por amor de Dios pasaron con increíble paciencia a su Señor” 5 religiosos: Leandro de Ferrara, Horacio de Florencia, Horacio de Nápoles, Miguel de Pulia y Horacio un novicio de Umbria.
1600, la peste de Nola (Campania); fueron enviados 7 religiosos Camilianos a asistir a los apestados, aquí “oprimidos por la gran fatiga, confundidos por lo hediondo del ambiente y contaminados por ese aire apestado se enfermaron también ellos. Por tanto... conducidos a Nápoles pasaron a mejor vida 5 de ellos” 4 hermanos y 1 padre. Estos en la cama de muerte “el uno con el otro se exhortaban a morir con gusto considerándose muy felices de haber puesto la vida por amor de Dios y por la salud de sus próximos. Más bien fue tanto el gozo que el P. Cesar Vici como recibió la Extremaunción…. Empezó con suave voz a cantar: Aleluya, aleluya...”.
1630, la peste del Manzoni; en Mantua murieron 10 religiosos Camilianos, en Milano 18, en Borgonuovo 4, en Bolonia 7, en Mondovì 6, en Florencia 3, en Lucca 1, en Roma 5. El Sarro comenta juzgándolos “licenciados” en la caridad en cuanto muertos voluntariamente para servir en el alma como en el cuerpo con particular misericordia a los apestados. “El sacrificio de la vida en fuerza de la palabra dada a Dios (el voto) y sólo por su amor, no entra en lo normal de la vida, sino es una elección de heroico testimonio al Amor que se ha encarnado, Jesús el Hijo de Dios”.